Entrevista a Alicia Valero: «Nuestra civilización depende de minerales muy escasos en la naturaleza»

Por Antonio Cerrillo para La Vanguardia

Alicia Valero, 43 años, profesora de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Zaragoza, alerta sobre el consumo insostenible de recursos y minerales, que está alcanzando crecimientos exponenciales. Valero indica que muchos de estos minerales han podido superar ya su pico de extracción. Junto con su padre, Antonio Valero, catedrático de Ingeniería Energética en la Universidad de Zaragoza, ha dado a conocer sus ideas en el libro Thanatia. Los límites minerales del planeta (Icaria), en donde se llega a decir: «Si seguimos con este consumo desaforado e irreversible de materias primas no se podrá garantizar a la civilización actual más allá de un siglo de vida, más o menos dependiendo de los materiales que se consideren…”. Alicia Valero es la responsable del grupo de ecología industrial del Instituto CIRCE (Centro de Investigación de Recursos y Consumos Energéticos), y con ella hemos tenido esta conversación

En el libro habláis de que la sociedad moderna depende de materiales y minerales que hoy en día cada vez son más escasos. ¿Vamos a notar pronto esa escasez?

Sí. Y también hablamos de materiales que aún son abundantes pero que hemos extraído a grandes velocidades. Cada 25 años se duplica la extracción de cobre; por lo tanto, más tarde o más temprano vamos a notar esa escasez en el caso de cobre. Y desde luego hablamos de muchos minerales que ahora van a entrar en juego, y cuyas concentraciones son bajas en la corteza terrestre, para los que hay pocos yacimientos y que están concentrados en unos pocos países. Este es un problema muy grave, y ya lo estamos viendo.

¿Dónde se percibe, cómo?

Nos lo dicen cuando oímos hablar del problema que tenemos con el abastecimiento de los chips y de los semiconductores. Nos dicen que es algo coyuntural, pero este es un problema estructural, porque la demanda de estos recursos está aumentando de manera exponencial.

¿Son las nuevas tecnologías las que nos hacen depender de minerales que son muy escasos?

Cuando queremos fabricar un aerogenerador, levantar una planta fotovoltaica o montar un vehículo eléctrico entra en juego prácticamente toda la tabla periódica. Hablamos del cobalto o del litio para las baterías, por ejemplo. Todos estos son elementos muy escasos en la naturaleza y, además, están concentrados en muy pocos países. Así, todo el mundo depende de estos países y de lo que produzcan los pocos yacimientos que hay. En el caso de la energía fotovoltaica, los nuevos modelos, que han conseguido eficiencias más elevadas, o mejores prestaciones, que las del silicio, requieren, además de cobre y plata, indio galio, selenio, telurio y cadmio. Todas las energías renovables necesitan elementos no frecuentes en la naturaleza.

Entramos en una nueva dimensión…

Yo diría que ahora todo esto cobra una multidimensión porque mientras antes estábamos prácticamente dependiendo de los combustibles fósiles, ahora vamos a tener una multidependencia de casi todos los elementos de la tabla periódica. Es lo que estamos viendo con la fabricación de vehículos. Vemos que las fábricas se tienen que parar durante meses y meses porque falta un determinado chip. ¿Y por qué pasa? Pues porque ese chip está sujeto a una demanda brutal, depende de materiales que son escasos y las fábricas no dan abasto. Eso es lo que está sucediendo

Son materiales muy poco familiares para la gran mayoría de ciudadanos: itrio, escandio, neodimio, disprosio…Son materiales que forman parte de lo que se conoce como tierras raras…

Sí, son nombres raros pero estoy convencida de que aquí a poco tiempo van a resultar tan familiares como el hierro o el cobre.

¿En qué ámbitos son especialmente necesarios estos materiales raros?

Son necesarios en la producción de energía renovable, pero en general en toda la electrónica. Y si estamos diciendo que vamos a transitar hacia una economía descarbonizada, es decir, basada en renovables y digitalizada, eso significa que vamos a tener que utilizar todos esos elementos.

Dice que otro problema es que estos materiales están controlados en gran parte por China.

China, en general, controla gran parte de todos estos elementos que van a ser esenciales; y no los controla únicamente porque tenga los yacimientos, sino que los controla porque tiene bajo su control los procesos de refinado de estos elementos. China, por ejemplo, no tiene yacimientos importantes de litio, pero o bien compra las minas que tienen el litio en Latinoamérica o Australia o bien compra el concentrado a estos países, lo refina y luego lo vende al resto del mundo. Por lo cual dependemos de China, sí o sí.

China se ha apoderado de estos recursos futuros?, ¿es una estrategia planificada?

Sí, sin duda. Desde el siglo pasado, China está haciendo una política de acaparamiento de toda la cadena de valor de las materias primas porque China es la fábrica del mundo. Realmente poco a poco se han quedado con el monopolio de las materias primas.

¿En el caso de las tierras raras es lo mismo?

Cuando hablamos de tierras raras hablamos de lo mismo. Las tierras raras son otro grupo de elementos que son escasos, las componen 17 elementos de la tabla periódica, y ahí encontramos el neodimio o el disprosio que has comentado antes, que son esenciales para los aerogeneradores.

Dice que un coche convencional tiene 52 metales diferentes, no solo aluminio, acero o cobre. Nos ha preocupado hasta ahora más la posible falta de combustibles fósiles; el mundo de los minerales había quedado en la trastienda…

Sí, es que un vehículo es una mina con ruedas. Antes, un vehículo era sobre todo acero y poco más. Los nuevos vehículos son ordenadores con muchísima electrónica y ahora, con las baterías para los vehículos eléctricos, todavía van a utilizar más materiales de valor estratégico y críticos.

¿De qué manera se verá condicionado el vehículo eléctrico por estos materiales?

Los fabricantes de vehículos están muy preocupados porque ya están viendo, sin pasar a la fase del vehículo eléctrico, los problemas de escasez de semiconductores, y eso va a ser el pan nuestro de cada día.

¿Y en los teléfono inteligentes….?

Exactamente lo mismo. Tienen electrónica y eso hace que sean muy vulnerables, están a merced de que terceros países puedan producir o si quieren producir. Poco a poco vamos a ver problemas de escasez.

Dice en su libro que la producción de fertilizantes sintéticos depende directamente de una escasa roca fosfórica, y que en el Sahara Occidental se encuentra el grueso de las reservas de esa roca fosfórica. Lo dice justo cuando ha estallado de nuevo el conflicto con Marruecos con el problema del Sahara como telón de fondo…

Los conflictos en el Sahara no son para apoderarse del desierto, son por las reservas estratégicas que hay de fósforo, como ha habido conflictos por el petróleo en Oriente Próximo. Las reservas de roca fosfórica del Sahara Occidental son esenciales para la alimentación del mundo; es el oro verde. La materia prima del fósforo se utiliza como fertilizante. El mercado de los fertilizantes es alucinante. Hay barcos en medio del océano con cargas de ácido fosfórico y, según el precio, van a un puerto o se dirigen hacia otro. Eso ilustra lo estratégico que es el fósforo.

Leo su libro y me hace pensar en Malthus y el reciente libro de Giorgos Kallis Límits. ¿Es actual Malthus?

Cada vez son más actuales las teorías de Malthus, lo son. Él hablaba de recursos finitos referidos a la alimentación. Su argumento es que, si el Planeta es finito y la superficie del terreno es finita, tendremos problemas de alimentación. Luego, como sabemos, lo que ocurrió es que mejoraron las tecnologías, se produjo la revolución verde; y justamente, al introducirse fertilizantes en los campos, no se cumplieron esos vaticinios de Malthus.

En cualquier caso, están muy vigentes tanto las teorías de Malthus como las teorías de los límites del crecimiento del Club de Roma y sus autores (los Meadows) ya nos alertaron de que o se hace algo o vamos a colapsar.

Pero los más tecnooptimistas dirán que los picos de producción de estos recursos aún no se han alcanzado. ¿Hay mucho tecnooptimismo?

Pues sí, aunque cada vez hay menos tecnooptismistas. Llevamos analizando todo esto desde hace mas de 15 años y mi padre mucho más, 25 años.

Usted y su padre han estudiado la misma disciplina…

El empezó y yo continué con mi tesis. El comenzó con José Manuel Naredo hablando de límites; mi padre desde la termodinámica y Naredo desde la Economía retomando las tesis de Nicholas Georgescu-Roegen, expresada en La ley de la entropía y el proceso económico.

Leo a su padre: «si seguimos con este consumo desaforado e irreversible de materias primas no se podrá garantizar a la civilización actual más allá de un siglo de vida, más o menos dependiendo de los materiales que se consideren…”.

Sí, coincido. Estamos alcanzando los picos de las materias primas. La era de la abundancia está llegando a su fin. Eso no quiere decir, ni mucho menos, que vayamos a morirnos todos; pero vamos ver cambios radicales de aquí a pocos años y tendremos que cuestionarnos las bases sobre las que nos hemos asentado.

Y en cambio hay mucho desconocimiento de los materiales finitos…

Efectivamente. Este es un asunto que empieza ahora a darse a conocer, a partir del problema de abastecimiento de los chips. Las políticas de descarbonización y de energías renovables están fundamentados en la idea de que existen infinitos recursos materiales para llevar a cabo estos planes; pero si se hacen números, no salen las cuentas…

Pero una de las grandes recetas frente al cambio climático son las instalaciones de fuentes de energía renovable, ¿no?

Es una receta central y necesaria; pero no puedes asumir que la economía va a seguir creciendo al 2% anual porque no hay recursos suficientes. Decimos sí a las renovables, pero se tiene que dar una reducción y se tiene que dar una reflexión sobre el hecho de que no podemos crecer a un ritmo del 2% anual.

Estamos, pues, atrapados en un callejón sin salida. Si la descarbonización nos aboca a fomentar la renovables y estas hace un uso desproporcionado de materiales, ¿Qué solución ve?

La salida es reducir, consumir menos. Y aquello que consumamos, hay que reutilizarlo tantas veces como sea posible…

Leo: «nuestra civilización es incompatible con la vida en el planeta. Es imprescindible reivindicar alto y claro una gestión planetaria de las materias primas que nos permita vivir: a nosotros y a las generaciones futuras…”, dicen en el libro. También explica que  la minería consume entre el 8 y el 10% de de la energía primaria en el mundo. Y que si vamos a una mayor dependencias de los minerales, este porcentaje aumentará.

Sí, este porcentaje aumentará, porque la minería, para su extracción, se basa en combustibles fósiles. Si queremos más minerales y estos se extraen mayoritariamente con combustibles fósiles, no está claro que al final estas cifras de descarbonización sean reales porque no están teniendo en cuenta estas emisiones adicionales.

Su libro se puede leer como una enmienda a la totalidad a la economía tal y como se entiende convencionalmente…

Hay un capítulo más relacionado con la economía a petición del entrevistador, Adrián Almazán, en el que nosotros humildemente nos sumamos a la línea de pensamiento de  Georgescu-Roegen. La contabilidad no se puede basar en indicadores monetarios porque el dinero son ‘papeles’ que hoy por hoy no tienen un respaldo físico; no hay ni siquiera el respaldo en oro. Se basa en la confianza de los mercados. Lo que decimos es que la economía tiene que basarse en datos físicos, y que tenga una base termodinánica porque cada acción económica lleva asociada una degradación de la naturaleza …

¿Esto, traducido en términos políticos, es el decrecimiento?

El decrecimiento es un movimiento importante que tiene varias vertientes; a mí no me gusta tampoco alinearme completamente con las tesis del decrecimiento porque tiene una serie de implicaciones con las que yo tampoco estoy totalmente de acuerdo, pero sí comparto su espíritu. El decrecimiento dice  que no se pude seguir creciendo ilimitadamente. Hay que reducir.

¿Es un cambio filosófico?

Sí, es un cambio filosófico y estructural porque hay contradicciones totales. Si tú tienes un accidente, el PIB sube; y si se da un incendio que causa daños, como está pasando en Canadá, probablemente, el balance que se presente establecerá un resultado positivo para la economía porque no se tiene en cuenta todas las externalidades asociadas a ese incendio. Mientras la economía no tenga en cuenta la degradación que comportan las acciones humanas sobre la naturaleza, vivirá de espaldas a la naturaleza y seguiremos extralimitándonos en la extracción de recursos.

¿Hay que darle o ponerle un valor a los recursos naturales?, ¿esa es la solución?

Nosotros lo que decimos es que debemos hacer una valoración en términos de indicadores físicos, evaluando lo que implica en términos energéticos…Si explotamos una mina debemos saber que eso implica que dentro de 25 años, es decir que las generaciones futuras, para extraer la misma cantidad de mineral que extraigamos hoy, tendrán que invertir digamos tres veces más energía, porque a medida que se reduce la concentración, el coste energético pero también el ambiental aumenta exponencialmente. El coste de reposición en términos físicos, al menos, debería estar incorporado en una contabilidad de la que hoy careemos.

Hay quien ha propuesto convertir las tierras yermas del valle de Ebro, con viento y sol abundantes, en una gran plataforma de energías renovables. ¿Cómo lo ve?

Yo no voy a negar que hay que descarbonizar la economía; hay que dejar de quemar combustibles fósiles y si estas fuentes renovables no afectan a cultivos ni a poblaciones cercanas, adelante. Pero hay que tener en cuenta el fin de vida de estas tecnologías para que cuando acaben su uso dentro de 20 ó 30 años, esos materiales se vuelvan a usar.

Artículo publicado en lavanguardia.com el 7 de julio de 2021

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